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  1. Una visita esperada

    jueves, 13 de diciembre de 2012


    « El miércoles de la semana pasada estuvimos comiendo en Toñi Vicente. Acaba de instalarse en Avenida Atlántida, 98 en Alcabre - Vigo, en el local en el que estaba el Puesto Piloto.
    El comedor es muy confortable, amplio  y bien iluminado, grandes cristaleras dan a la parte posterior del edificio desde donde se ve un trozo de la bahía de Vigo, y más se podría ver si no fuese por dos frondosos sauces de una finca vecina que lo impiden.
    El maître nos indicó que de la carta, ese día, no había perdiz, así que elegimos el menú degustación, cuyo precio eran 40€.
    Para comenzar, un aperitivo de cortesía: chupito de crema de calabaza. Calentito y muy sabroso.
    Salmón marinado con helado de queso del Cebreiro y culís de tomate. A tu padre le gustó. A mí, no. el salmón estaba cortado en trozos muy gruesos y el helado, como su nombre indica, terriblemente helado.
    Huevo poche, cuscús de quínoa y aceite de trufa. Muy rico y muy buena combinación, la quínoa en cuscús con piñones, pasas sultanas y aceite de trufa. La quínoa es la semilla de una planta, se utiliza y consume como los cereales. Ya la tomaban los incas, vive y se desarrolla entre los 1000 y los 3000 m de altitud, en Perú, Bolivia, Ecuador.... Se utiliza mucho en la cocina vegetariana es un alimento muy completo y muy fácil de digerir.
    Merluza en emulsión de limón e infusión de pimiento verde. La merluza, extraordinaria, una combinación perfecta, la emulsión, ligerísima, no restaba protagonismo al pescado y al suave toque a pimiento verde.
    Solomillo ibérico y manzana caramelizada con reducción de Pedro Ximénez. El solomillo, bueno, en su punto. La manzana era un mínimo gajo de caramelo de manzana, tal vez al Pedro Ximénez. Acompañaban unas setas salteadas y una pequeña porción de flan de patata sin sabor a nada. Faltaba armonía en la composición. Cada uno de estos elementos estaban en el mismo plato pero no había un nexo que los justificase.
    Torrija de mi madre y petit fours. Podríamos decir que era una torrija "ennatillada", tal vez golosa al paladar, pero carente de una textura o sabor que nos hiciesen pensar en una torrija de verdad. Olvidaron servirnos los petit fours y los pedimos. Eran unas vulgares trufas de chocolate.
    Siguiendo nuestro deseo de tomar vino gallego, pedimos Abadía da cova, mencía. En la carta de vinos no estaban los mejores albariños.
    El servicio bueno y amable aunque parecía que había un poco de desorganización.
    Esperaba algo más de Toñi Vicente, a la que hemos seguido desde el restaurante familiar en Tomiño. Creo que es una de las grandes, que se fundamenta en la tradición y en la experiencia, no es de las que se ha sumado al carro de la nueva cocina. Es una mujer luchadora que ha salido de difíciles situaciones. Ojalá la veamos recuperar su tono.

    Seguiremos conversando
    Besiños »

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