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  1. Centollos por Navidad

    domingo, 23 de diciembre de 2012


    « Falta muy poco para llegar a una de las épocas en las que se celebran  fiestas en donde la mesa es más protagonista que en otras fechas del año.
    Antes de nada te aconsejo que tengas a mano el libro 40 menús para 40 banquetes, de ediciones Nigratrea. Seguro que en él encontrarás alguna idea que te guste. Puedes hacer con las recetas las combinaciones que quieras para los menús sin que sigas necesariamente las que se proponen en el libro.
    Claro, ahora los centollos están estupendos, aunque posiblemente hayan alcanzado ya a estas alturas un precio casi prohibitivo.
    Es mejor comerlos recién cociditos, y si están un poco tibios, mejor. No comparto la idea de que están buenos congelados, si se envuelven en un paño mojado con el agua de la cocción y luego en una bolsa de plástico. Si alcanzan precios astronómicos en fechas señaladas, es preferible esperar a que bajen y consumir otro producto mientras tanto.
    Aprendí a comer y a cocinar el centollo en O Grove. Allí se les profesa un culto especial y, en realidad, se lo merecen, porque es un manjar de manjares.
    Cuando se compra, el centollo tiene que estar vivo. Mejor que no sean muy grandes, entre kilo y kilo y medio, está bien. A mí me gustan más las hembras, en el mercado se valoran más. A tu padre le gustan más los machos que tienen un sabor más intenso. También conozco a algunas personas a las que no les gusta nada el centollo. Esto de los gustos, es muy relativo.
    Se pone una olla grande con agua a cocer con un par de hojas de laurel. Cuando comience a hervir echamos un puñado de sal, para que tenga una salinidad semejante al agua del mar.
    Antes de sumergir el centollo en el agua de la olla, tenemos que matarlo y eso lo hacemos poniéndole unos minutos antes un puñado de sal en su boca, o mejor, un chorro de vinagre. Si le falta alguna pata, ocurre a veces, tapamos el agujero con miga de pan para que no se escapen sus jugos.
    Sumergimos el centollo con las patas hacia arriba. Cuando comience de nuevo la ebullición, esperamos 15 minutos para un centollo de 1 kilo. Lo sacamos del agua y lo colocamos en un recipiente con las patas hacia arriba para que enfríe un poco.
    Si lo ponemos a cocer vivo, el centollo expulsa sus jugos y pierde sabor.
    Después hay que prepararlo para llevarlo a la mesa, podemos empezar por separar del cuerpo sus 10 patas, golpearlas ligeramente para que se rompa la cáscara, pero sin aplastarlas. A continuación introducimos un cuchillo entre el cuerpo y el caparazón por la parte recta y separamos el cuerpo del cacho. Retiramos las branquias y membranas de un lado y otro. Con un cuchillo partimos primero en 4 partes iguales el cuerpo y nuevamente, cada una de ellas en dos.
    Colocamos todo de forma armónica en una fuente y ¡A la mesa!
       Ciao! »

  2. A Costa da Morte

    miércoles, 19 de diciembre de 2012


    « Querido hijo:
    Me complace observar cómo vas progresando, veo que tienes iniciativa e imaginación para la cocina. No te impacientes, creo que llegaremos a saborear esas deliciosas perdices.
    Pues sí, que no paro. Ya sabes que teníamos por disfrutar vuestro regalo de aniversario: estancia de dos días en una casa rural. Llegábamos a la fecha límite, así que elegimos los días 14 y 15 de diciembre en Casa Castiñeira, Muxía, en la aldea de Buiturón. Hicimos una elección acertada porque la casa nos gustó mucho y quedamos satisfechos en todos los aspectos. Nos acompañaron Ana, Suso, Pili y Tino, que les pareció bien la idea de recorrer a Costa da Morte.
    Los pronósticos meteorológicos eran desalentadores, el día anterior a nuestro viaje, en Vigo hubo un auténtico temporal de lluvia y viento. Teníamos hechas las reservas y no nos desanimamos. Tuvimos suerte, al pasar Santiago dejamos la lluvia atrás y, en todo el viaje, solo la oíamos como caía durante la noche.
    Al llegar, fuimos directamente a Muxía. Desde el santuario contemplamos la piedra de abalar y otras formaciones caprichosas de las rocas, ahora golpeadas por un mar embravecido. De vuelta al pueblo, sentados en la terraza protegida de una cafetería, nos dimos cuenta de que no se veía el mar, oculto por unas inútiles construcciones de piedra y cemento, mucho cemento. Tu padre, que había militado en el equipo de fútbol local en tiempos de "la liga de la costa", y conocía bien Muxía, sintió, además, la ausencia de  unas casas de piedra preciosas que había delante del mar. Se lamentó diciendo: “destrozaron el pueblo más bonito de A Costa da Morte”.
    El sábado por la mañana salimos hacia Camariñas. De camino vimos la iglesia de Moraime, el monasterio de San Martiño de Ozón. Los pintorescos pueblos de Cereixo y Ponte do Porto. Al llegar pateamos las retorcidas callejuelas y admiramos algunas artísticas filigranas en encaje de bolillos. Decidimos ir a Cabo Vilán para ver el faro y el espectáculo, que  imaginábamos, del Atlántico tempestuoso. Efectivamente, era impresionante ver desde la altura y a buen recaudo, cómo el mar se estrellaba e intentaba subir convertido en espuma sobre los farallones que protegen al cabo y los enormes acantilados. La guía del faro, nos dijo que valía la pena hacer el camino de la costa, por lo menos hasta Santa Mariña y luego bajar a Xaviña. Tendríamos que ir con cuidado porque se trata de una pista sin asfaltar y con las lluvias que habían caído podríamos tener problemas para pasar con el coche. Fuimos muy despacio para contemplar otra bella perspectiva del Cabo Vilán, parando continuamente para disfrutar de un paisaje rosado de granito y del espectáculo del mar por los lugares: playa de la Pedrosa, playa de Balea, playas de Reira, duna Monte Blanco, ensenada de Trece. Llenos nuestros ojos de inmensidad y océano, regresamos a Camariñas para comer en el restaurante Puerto Arnela. El menú: percebes, pequeños pero muy sabrosos; parrillada de pescado que estaba riquísima; de postre, tartas caseras y de vino, elegimos un godello, bueno. El precio más que aceptable. 
    Después de tomar café y descansar un poco, decidimos ir hasta Camelle y Arou. Paseamos por estos lugares y contemplamos el paisaje. Nuevamente hacia Laxe, aquí no paramos porque recientemente habíamos estado allí  visitándote y  comido muy bien en el restaurante Zurich ¿recuerdas? Seguimos viaje por Ponteceso, donde nos acordamos del bardo Eduardo Pondal, convertida ahora en una gran villa con mucha vida. Llegamos hasta Corme, recorrimos sus empinadas calles y el puerto. Tomamos un refrigerio en un bar con aspecto  antiguo que conservaba el mostrador y las estanterías de madera, creo que se llamaba El Labrador.  Se nos hizo de noche, regresamos por Vimianzo donde contemplamos el castillo iluminado, sin parar hasta llegar a la casa.
    El domingo, después de desayunar, nos despedimos de los amables dueños de la casa rural. Salimos hacia Cée y Corcubión para continuar hasta Fisterra. Llegamos al cabo donde admiramos nuevamente la inmensidad del mar, paramos en el pueblo, paseamos por sus calles que, por cierto, estaban muy sucias y tomamos una tapa de pulpo, muy bueno, en Los Tres Golpes. Desanduvimos un poco el camino y desde Cee emprendimos regreso por la costa disfrutando de un paisaje y unos lugares preciosos: Ézaro, O Pindo ( con tantos recuerdos). Paramos a comer en Caldebarcos, en el restaurante Fontevella, un lugar maravilloso desde donde se veía toa la playa y el mar de Carnota. Comimos muy bien: camarones, pulpo a la plancha, sargo a la parrilla, una riquísima tarta de café. Regado todo ello con blanco ribeiro, Casal de Armán. Nos atendió Juan, muy amable, al que Ana y yo asaetamos a preguntas sobre la procedencia de los productos que nos servía y otras cosas referentes a la cocina. Muy bien, un lugar para volver. Todavía pudimos ver toda la costa hasta Muros, resaltando la belleza de lugares como Louro y su monte guardián. Antes de llegar a Noia dejamos el mar para coger la vía por Serra de Outes y luego la autopista hasta Vigo.
    Quedaron muchos lugares por ver, nos reservamos para otra ocasión porque merece la pena.
       Un beso »

  3. Una visita esperada

    jueves, 13 de diciembre de 2012


    « El miércoles de la semana pasada estuvimos comiendo en Toñi Vicente. Acaba de instalarse en Avenida Atlántida, 98 en Alcabre - Vigo, en el local en el que estaba el Puesto Piloto.
    El comedor es muy confortable, amplio  y bien iluminado, grandes cristaleras dan a la parte posterior del edificio desde donde se ve un trozo de la bahía de Vigo, y más se podría ver si no fuese por dos frondosos sauces de una finca vecina que lo impiden.
    El maître nos indicó que de la carta, ese día, no había perdiz, así que elegimos el menú degustación, cuyo precio eran 40€.
    Para comenzar, un aperitivo de cortesía: chupito de crema de calabaza. Calentito y muy sabroso.
    Salmón marinado con helado de queso del Cebreiro y culís de tomate. A tu padre le gustó. A mí, no. el salmón estaba cortado en trozos muy gruesos y el helado, como su nombre indica, terriblemente helado.
    Huevo poche, cuscús de quínoa y aceite de trufa. Muy rico y muy buena combinación, la quínoa en cuscús con piñones, pasas sultanas y aceite de trufa. La quínoa es la semilla de una planta, se utiliza y consume como los cereales. Ya la tomaban los incas, vive y se desarrolla entre los 1000 y los 3000 m de altitud, en Perú, Bolivia, Ecuador.... Se utiliza mucho en la cocina vegetariana es un alimento muy completo y muy fácil de digerir.
    Merluza en emulsión de limón e infusión de pimiento verde. La merluza, extraordinaria, una combinación perfecta, la emulsión, ligerísima, no restaba protagonismo al pescado y al suave toque a pimiento verde.
    Solomillo ibérico y manzana caramelizada con reducción de Pedro Ximénez. El solomillo, bueno, en su punto. La manzana era un mínimo gajo de caramelo de manzana, tal vez al Pedro Ximénez. Acompañaban unas setas salteadas y una pequeña porción de flan de patata sin sabor a nada. Faltaba armonía en la composición. Cada uno de estos elementos estaban en el mismo plato pero no había un nexo que los justificase.
    Torrija de mi madre y petit fours. Podríamos decir que era una torrija "ennatillada", tal vez golosa al paladar, pero carente de una textura o sabor que nos hiciesen pensar en una torrija de verdad. Olvidaron servirnos los petit fours y los pedimos. Eran unas vulgares trufas de chocolate.
    Siguiendo nuestro deseo de tomar vino gallego, pedimos Abadía da cova, mencía. En la carta de vinos no estaban los mejores albariños.
    El servicio bueno y amable aunque parecía que había un poco de desorganización.
    Esperaba algo más de Toñi Vicente, a la que hemos seguido desde el restaurante familiar en Tomiño. Creo que es una de las grandes, que se fundamenta en la tradición y en la experiencia, no es de las que se ha sumado al carro de la nueva cocina. Es una mujer luchadora que ha salido de difíciles situaciones. Ojalá la veamos recuperar su tono.

    Seguiremos conversando
    Besiños »

  4. ¡Hola!

    Parece que sigue el frío, ¡y ahora la lluvia encima! Las sopas y cremas acompañadas de buenas películas como la última que me comentaste vienen de perlas para soportar un poco mejor las inclemencias propias del invierno.
    Estos días estoy haciendo unos buenos caldos de grelos y repollo, alguna que otra crema de guisantes con puerro, zanahoria y un poco de patata... en fin, platos calentitos y reconfortantes. Pero sobre todo estoy utilizando los grelos, esa maravilla nacida en nuestras ricas tierras gallegas que yo creo que no debemos olvidar ni dejar de darle la importancia que tiene dentro del abanico de sabores de nuestro magnífico terruño.
    El pasado viernes cocí unos grelos con un poco de chorizo y un trocito de unto (qué aroma y sabor increíbles aporta al caldo, por cierto), para luego, una vez escurridos, hacer con ellos un simple revuelto pero con un resultado que sobrepasó todas mis expectativas (¡y no sólo las mías!). Simplemente utilicé los grelos con el chorizo, unos taquitos de jamón ibérico, y unos huevos para el revuelto. El único toque especial que añadí fue batir primero las claras separadas de las yemas para darle una textura más esponjosa y suave, sal y pimienta, y al plato. ¡Riquísimo! Aunque no se puede obviar que los grelos eran de casa, así que posiblemente la calidad del material explica el sabroso resultado final...
    No sé qué tal te parece esta receta con grelos. Seguramente tú tendrás alguna mejor, ya la compartirás.
    Pero no me voy a extender más ¡porque sé que últimamente no paras! Creo que fuiste a visitar a alguna de las cocineras gallegas más importantes, así que estoy deseando que me cuentes tu experiencia.

    ¡Un beso!

    P.D.: ¿Tuviste tiempo ya de hacer las perdices?

  5. ¡Unas fabes de película!

    martes, 4 de diciembre de 2012


    « Cher fils:
       ¡Se me acumulan los temas para comentar contigo!
       Voy a comenzar por el más cotidiano. Tenéis unas fabes estupendas, supongo que también habéis comprado el compango, es decir: chorizo, tocino salado entreverado y morcilla asturiana. Sin este acompañamiento la fabada no sabe igual, especialmente la morcilla asturiana  que, por su condimentación, transfiere el sabor propio a este plato.
       Se lavan las habas para ponerlas a remojo en la misma cazuela en la que vamos a prepararlas, también ponemos el compango, teniendo cuidado de que el agua sobrepase dos o tres dedos  por encima de los ingredientes. así las dejamos desde la noche anterior al día de prepararlas. Hace falta tiempo y fuego lento para que se cocinen bien y queden sabrosas. Depende de la cantidad, pero una fabada para cuatro o seis personas (1 k de habas), con las habas enteras pero bien tiernas necesitan de tres a cuatro horas. Puede ser que al día siguiente el agua se haya reducido (sobre todo si las habas son frescas), en ese caso tendremos que volver a añadir agua fría hasta sobrepasar dos o tres dedos los ingredientes antes de poner la cazuela con una hoja de laurel a fuego lento. Dejamos cocer lentamente, incorporando un poco de agua fría a la primera ebullición y dos o tres veces más, en el momento en que vuelva a levantarse la ebullición, moveremos al mismo tiempo el contenido de la cazuela, agarrándola por las asas. Los asturianos dicen que hacen esto para asustar a las habas. Así lentamente, sin prisas, dejamos que se cocinen sin dejar de vigilarlas, sobre todo para que no hiervan mucho y se queden sin agua. Comprobaremos que las habas están cocidas, probamos el punto de sal para ver si necesita algo más. Cogemos una cucharada de habas, las machacamos con el tenedor y volvemos a incorporarlas para espesar la salsa. Retiramos el compango, lo troceamos y lo volvemos a la cazuela. Podemos servirlas en el mismo recipiente en que las hemos cocinado o en una sopera, bien calientes.
       ¿Qué te parece?, Sencillo ¿no? Sólo se necesitan buenos ingredientes y un poco de tiempo para dedicarles.
      Bon appétit!


       He visto una película que me gustó, creo que a ti también te gustará por eso te la comento.
       Se trata de En la casa, dirigida por el francés François Ozon. Ha obtenido concha de oro en el último festival de San Sebastián, pero esto del premio es lo de menos.
       Comienza el curso en el Lycèe Gustave Flauvert. El profesor de Lengua y Literatura Francesa, Germain asiste un poco desencantado a la inauguración del curso. Ya en el aula, ante un grupo de adolescentes de 16 años, comprueba que la mayoría de ellos no son capaces de escribir más de dos líneas correctamente ni muestran el menor interés por mejorar. En casa al corregir los ejercicios comenta con su mujer, Jeanne, las banalidades que escriben la mayoría de sus alumnos, Sólo un ejercicio llama su atención por su buena redacción y por la curiosa historia  desarrollada y que concluye con un continuará... Es de Claude, nuevo en el aula. Comienza describiendo la relación entre un hijo, Rapha, compañero suyo de curso y sus padres. relación que a él le parece un poco extraña por su naturalidad y así lo hace constar de una forma un poco displicente. Germain ve que Claude es observador y tiene talento narrativo así que le propone que siga escribiendo sugiriéndole que vaya introduciendo diferentes puntos de vista y formas narrativas en su redacción. Él lo corregirá y lo guiará en el proceso de creación literaria. Para seguir escribiendo sobre el tema, además de hacerse amigo de Rapha, tiene que introducirse en su casa con la disculpa de ayudarle en Matemáticas.
       A partir de aquí los tres planos narrativos: relación profesor alumno, relación entre Claude con su amigo y los padres de este, y relación entre Germain y Jeanne, se mezclan de tal manera que hacen que yo, espectadora, me implique  hasta el punto que llegue a confundir la ficción con la realidad y me emocione profundamente.
       La historia se complica porque el joven escritor es demasiado curioso, no acepta límites y el profesor no es capaz de controlarlo.
       He leído alguna crítica en la que se compara el proceso narrativo de la película con el de Las mil y una noches. También puede recordar, sobre todo en las escenas finales a una novela picaresca, El diablo cojuelo, deseoso de levantar los tejados de las casas para introducirse en ellas y observar lo que allí ocurre.
       Te he contado el tema principal, pero si seguimos devanando, hilaremos algunos más, igualmente interesantes. En fin, una película estupenda. »